Portada de la revista del mes de septiembre 2012, en un quiosco de
Rabat:
“Esos africanos que triunfan en Marruecos”. En la foto, 3 personas negras con traje.
Cabe deducir pues, que cuando la revista Jeune Afrique habla de
africanos se refiere a habitantes del sur del Sahara; es decir, que a los ciudadanos marroquís no los incluye en
el continente.
Los marroquís no se consideran africanos. Oído.
Paseo Hassan II, una de las avenidas principales de Rabat. Transcurre la mañana y van cayendo los vendedores ambulantes; teléfonos
móbiles y relojes chinos, extienden su escasa mercancía en una caja de cartón que hace
las veces de mesa mostrador y se sientan, a esperar clientes , mientras
conversan en wolof o bambara con los demás vendedores. Son jóvenes, con esa
juventud negra que nunca sabes si es realmente tal, y aunque se les ve
relajados están alerta.
Cuatro ojos o mil, y especial tiento no sea que por casualidad se acerque la visita oficial de alguna
personalidad política.... Durante los días previos a la llegada de Mariano Rajoy el 3 de octubre 2012 en viaje oficial para entrevistarse con su homónimo marroquí Abdelilah Benkiran, las batidas barrieron todo Rabat en
búsqueda de inmigrantes en situación irregular. Objetivo: mostrar al actual presidente del gobierno español en cifras los inmigrantes que Marruecos va a repatriar a sus respectivos países con
la ayuda financiera de las arcas españolas y de la comisión europea.
La realidad: el cuerpo esbirro policial los cogerá a todos ellos y ,
tras tomarles las buellas para el consabido informe, los maniatará, y atentando a
los derechos humanos más elementales, los trasladará a Oujda, la franja fronteriza entre Marruecos y Algeria,
y allí se les abandonará en el desierto a su suerte. Si la tienen, volverán a
entrar a Marruecos y seguirán intentado llevar una vida mejor que la que pueden
tener en sus países de origen. Y del dinero de las subvenciones europeas (la OIM recientemente lanzaba la cifra de 620000 eur necesarios para repatriar en
condiciones a este colectivo) para
fletar los aviones a los países de origen y para que los repatriados tengan un mínimo fondo con el que reiniciar su vida a la vuelta, de ese dinero
nunca más se supo.
El joven Joseph acaba de vivir todo eso. Nadie lo diría cuando lo ves
apoyado en la puerta del ciber canturreando bajito y mirando al fondo de la
callejuela, una callejuela chiquita y linda como hay cientos en el zoco rabatí. Es de origen nigeriano, no llegará los 20 años, y como es el más joven
y el último en llegar se encarga de traer el desayuno y hacer pequeñas tareas
que le mandan los demás.
Su historia no me la explica él sino Parfait, la voz cantante de este grupo de ivoriens (Costa de Marfil), malienses y nigerianos que, a cambio de poder conectarse a internet, pasan el día en el ciber y reciben a los pocos clientes que se dejan caer. Los propietarios, una familia marroquí que vive al lado, pasarán eventualmente a recoger los pingües beneficios del negocio.
Su historia no me la explica él sino Parfait, la voz cantante de este grupo de ivoriens (Costa de Marfil), malienses y nigerianos que, a cambio de poder conectarse a internet, pasan el día en el ciber y reciben a los pocos clientes que se dejan caer. Los propietarios, una familia marroquí que vive al lado, pasarán eventualmente a recoger los pingües beneficios del negocio.
Algunos de ellos tienen la documentación en regla, otros no.
Se hace complicado, cuando para renovar el permiso de residencia necesitan un
contrato, y un empresario marroquí debe probar que no ha podido contratar a un
local antes de contratar a una persona extrangera. Marruecos, hasta hace poco
tierra de tránsito de los flujos migratorios que se dirigían a Europa, se ha convertido
en país receptor y su legislación en temas de extrangería se
aguanta por los pelos. O con eso se
excusan desde un gobierno que se esmera en convertirse en el perro guardián de
las puertas de la Unión Europea más que en trabajar por la cohesión e
integración social de sus paisanos, cualquiera que sea el origen.
En cualquier centro de telefonía en Marruecos una persona de origen subsahariano
cobra 350 dirhams al mes mientras que el local cobra 500. Pero esa enorme suerte sólo la disfruta una minoría irrisoria..
Parfait me cuenta con su placidez africana lo difícil que se hace la interacción y el trato con la gente.
Cuenta que cuando llegó aquí cayó en la cuenta que había países peores que la Cote d’Ivoire. Otro de los ivoriens, de profesión costurero y como todos, un yonqui del fútbol, me cuenta que él va a marcharse. Dónde? Eso no lo sabe. A Costa de
Marfil no puede volver por una inestabilidad política galopante.
Existen hoy en Marruecos organizaciones y proyectos serios
que buscan soluciones a esta situación.
AMDH, Forum social en Oujda, ABCDS...También los hay que aprovechan la tesitura para llenarse los bolsillos, en esa costumbre tan africana en los altos cargos de corromperse como fruta pasada y de tonto el último. Ay, he dicho costumbre africana? quería decir magrebí... . En los últimos años varias han sido las protestas de los inmigrantes a las puertas de la HCR ya que los demandantes de asilo no ven prácticamente mejorada su situación cuando son reconocidos como refugiados. Se acusaria a HCR de estar más al servicio de los Estados que lo financian que de los refugiados y demandantes de asilo.
AMDH, Forum social en Oujda, ABCDS...También los hay que aprovechan la tesitura para llenarse los bolsillos, en esa costumbre tan africana en los altos cargos de corromperse como fruta pasada y de tonto el último. Ay, he dicho costumbre africana? quería decir magrebí... . En los últimos años varias han sido las protestas de los inmigrantes a las puertas de la HCR ya que los demandantes de asilo no ven prácticamente mejorada su situación cuando son reconocidos como refugiados. Se acusaria a HCR de estar más al servicio de los Estados que lo financian que de los refugiados y demandantes de asilo.
En la Hassan II, también en la Avenida Mohamed V y en las
puertas de la medina siguen los vendedores ambulantes al pie del cañón.
Uno de ellos es un león. Está sentado como todos al lado de su caja de cachivaches baratos, y su espeso pelo y su indumentatria delatan una sólida identidad de rastafari. Golpea sistemáticamente una pelota en el suelo y, en su cara enorme y rotunda dos ojos miran al frente, sin ver. No pestañea. Su mirada altiva, desdeñosa y áspera se desliza entre los barrotes de su jaula invisible y se pierde lejos, de una calle una ciudad y una historia donde no quiere estar.
Uno de ellos es un león. Está sentado como todos al lado de su caja de cachivaches baratos, y su espeso pelo y su indumentatria delatan una sólida identidad de rastafari. Golpea sistemáticamente una pelota en el suelo y, en su cara enorme y rotunda dos ojos miran al frente, sin ver. No pestañea. Su mirada altiva, desdeñosa y áspera se desliza entre los barrotes de su jaula invisible y se pierde lejos, de una calle una ciudad y una historia donde no quiere estar.
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